lunes, 17 de enero de 2011

FerrocarriL


Desde lo lejos se aproxima,
un lento ferrocarril que llega con mi corazón.

Una máquina fuerte y oscura,
donde el carbón se coce a medio fuego.

Entre montañas y abismos,
el se acerca con el mismo paso, el mismo ritmo.

Las árboles son esos testigos asustadizos,
los mentirosos que no detienen a esta fiera.

Las rieles, las primeras alcaguetes,
personas chiquitas que chillan como ratas.

El humo es mi señal,
corro y caigo... analizo.

El sonido que trae a este animal,
se intensifica en medio de la madrugada.

En medio de un manto negro,
se alzan brillantes las estrellas.

Los duendecillos que bailan solos,
turnando sus colores para crear melodías.

Una pequeña chispa carmesí rompe mi mirada,
es una llama, el fuego que mueve al armatoste.

El espanto se apodera de mis manos...
mi alma siente que es su fin... me aterrorizo.

Miro fijamente a su rostro,
este bárbaro viene contra mi.

Aún esta distante, pero que frío se siente,
entre las hebras del pasto se hace notar.

La niebla se invita a la fiesta,
una matanza con aspecto a amanecer.

La luna, mujer cobarde,
ya se esconde entre los tontos duendecillos.

Mientras más cerca más se nota su vejez,
despintado, sucio y ruidoso.

Ese artefacto no me deja correr,
mueve las tablas que me sujetan al suelo.

Empiezo a sentir su calor,
me transformo en un helado fantasma...

La noche ya se despide con una fugaz,
una caricia sucia que viene y se va.

Ahora estoy lista,
me encuentro a unos metros de tí.

El sol trata de meterse en la batalla,
pero las nubes de la bestia no lo dejan opción.

Ella quiere matarme,
el quiere atarme.

Acercate más locomotora,
golpeame justo en el pecho.

Lanza contra mi cara ese corazón que llevas,
destroza a este ser dudoso e indefenso.

Llévame hasta el fin de tu ruta,
donde no exista cielo, ni ruido, ni hielo.

Acorralame en medio del infinito,
donde lo oscuro es dulce y lo dulce es fuego.

Enseñame que la vida no es respiración,
y que mis ojos brillan sin una luz.

laranka
17/01/11

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